jueves, 29 de mayo de 2014

Historia de una pasion...

La historia de una pasión de la sociedad americana, que lejos de quedar en el pasado, cada día se acerca más al presente, y más aun, muestra una clara proyección al futuro.
En la década del 30, luego de la depresión económica, los principales fabricantes de autos en EE.UU. observaron atentamente como los compradores se inclinaban por los autos de mayores prestaciones. Es así que comenzó una intensa competencia por poner en la calle autos reconocidos por sus logros en las carreras.
El viejo refrán decía: "gane el domingo, venda el lunes". Consideraron la importancia de dar a sus clientes motores cada vez más potentes. Ford tuvo una serie de modelos muy exitosos fabricados entre 1932 y 1940. Lo interesante es que son más buscados hoy que en su primera etapa. Para fines de los años treinta el interés por esos modelos crecía, y allí surgían los primeros encuentros para correr picadas.
Luego llegó la segunda guerra mundial. Las fábricas se dedicaron exclusivamente a la construcción de naves y artillería militar. Empleaban a miles de personas y se les daba capacitación en temas de mecánica. Otros miles eran soldados y conocieron Europa, vieron sus vehículos y su grado de avance técnico.
Una vez concluida la guerra, la vida de los ciudadanos americanos volvió a su normalidad cotidiana, pero con algunas diferencias. Su poder adquisitivo había crecido, pero a consecuencia de los cambios previamente explicados en la industria durante la guerra, tenían un parque automotor envejecido 6 años.
Todas las personas que tenían capacidad de ahorro, sumado a los conocimientos incorporados, dieron lugar al desarrollo de las carreras de picadas. Todos aquellos que modificaban sus autos no sólo lo exhibían con orgullo, sino que también querían medirse con otros que se dedicaran a la misma actividad, ver qué tan buenas eran las modificaciones efectuadas.
Buscaban autos de mecánica simple para poder entonces practicar en ellos arreglos y mejoras. En sus inicios, las picadas callejeras estuvieron fuera de control, causando accidentes y muy mala reputación a quienes preparaban Hot Rods. Más tarde, la voluntad de mantener las carreras sin tener problemas con la ley permitió la creación de la Asociación Nacional de Hot Rods (NHRA), que agrupaba por categorías a los corredores.

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